
Lucía Ucar
Érase una vez una brillante estrella llamada Lía que miraba el mundo desde el cielo. Cuanto más miraba más cuenta se daba de que quería venir a la tierra a vivir una vida en ella. Así que comenzó a buscar una pareja a la que convertir en padres y un día la encontró. Habían soñado mucho tiempo con tener una hija a la que amar, proteger y cuidar.
Lía bajó desde el cielo y durante unos meses se cobijó en el vientre de su nueva madre. Allí esperó a estar lista para venir al mundo. Mientras tanto sus padres también se prepararon para poder acompañarla en su camino.
Lía nació una noche fresca y despejada y así el resto de estrellas pudieron acompañarla en su viaje a la vida. Desde entonces ilumina el camino de sus nuevos padres desde la Tierra.
De pequeña soñaba con montar una tienda junto con mi primo para vender tiestos en el jardín de mi abuelo. Los haríamos con nuestras propias manos y los dejaríamos secar al sol.
Se me da requetebién organizar y cuidar a las personas.
Mi helado preferido es de vainilla con galletas de chocolate. Mmmm…
Me divierte la palabra gloriosa.
Si inventara un juguete sería para soñar, para dejar volar la imaginación, para hacer el payaso y para que los adultos volvamos a ser niños durante un rato.
Del baúl de mis recuerdos rescataría esos momentos que pasaba jugando y conversando con las personas que ya no están, las excursiones con mis hermanos y primos a buscar aventuras por el campo y la maravillosa sensación de estar protegida y querida en los brazos de mi madre y de mi padre.
Mi planeta imaginario tiene consciencia, allí todo se convierte en algo todavía más hermoso.
Dentro de 20 años me imagino jugando y aprendiendo.
Para mí la infancia es sagrada, bella, relevante y… divertida.
610 515 370