La lactancia y tú (Parte II)
Hace unas semanas pedimos testimonios a las mamás sobre su experiencia con la Lactancia. El miércoles pasado subimos algunos de ellos y te dijimos que esta semana habría más.
Pues bien, ¡aquí están!
“Cuando hablo de lactancia aún me sigue asombrando nuestra naturaleza, el poder que tiene nuestro cuerpo si sabes escucharlo.
Ver cómo tu bebé crece siendo amamantado, ese cordón que se alarga después del parto, el vínculo que se fortalece, y esas miradas cómplices, me sigue maravillando.
Nuestra lactancia ha sido bonita, la vivimos acompañadas de una tribu, con sus luces y sus sombras, pero disfrutándola y sintiéndola. Vimos muchas otras más duras, costosas, y sentimos la necesidad de estar acompañadas en la crianza.
Tras 30 meses de lactancia, Mia decidió que era el fin de esa etapa, de una forma preciosa. Casi 3 meses después celebramos el fin de esa etapa y el inicio de otra que me tiene asombrada. Gracias teta por enseñarnos y darnos tanto.”
Ariane Casal de #FroggiesAragon
“Cuando me quede embarazada de mi primera hija, Valentina (6 años) tenía muy claro que quería darle el pecho, me resultaba lo mas natural.
Desde el principio no tuve ningún problema, Valentina buscó el pecho nada más nacer, enganchó de una forma natural y nunca tuve grietas, mastitis, ni ningún otro problema.
¡Fue todo un regalo para las dos!
Con mi segunda hija, Olivia (23 meses) nos costo un poquito más, buscamos la mejor posición al principio, cuidamos el enganche y curamos las grietas, así que después del primer mes todo fue genial.
En este caso está siendo diferente, soy mucho más consciente en todos los aspectos. Y en la lactancia también.
La lactancia está siendo un regalo, el vínculo con mis hijas, ese momento único. Sin decir lo cómodo que es, no me imaginaba saliendo de casa cargada de biberones o teniéndome que levantar a media noche para preparar un biberón.
El consuelo que le ha dado a mis hijas cuando han estado enfermas, cuando se han caído o simplemente cuando necesitaban del contacto de mama.
Es cierto que hay momentos, sobre todo ahora que sigo con lactancia continuada, que no es fácil pero al final, compensa.
Seguiremos con ella no sé hasta cuando, lo que si tengo claro es que la lactancia es cosa de dos. En el momento que una de las dos no queramos continuar ese será nuestro momento.
Si algo he sacado en claro de mi experiencia con la lactancia es que ha sido la mejor decisión para mí y para mi familia.
También he aprendido que no siempre esta es la mejor opción para todas las familias, cada una tiene sus necesidades, lactancia materna, lactancia mixta, biberón… ¡Todas son válidas!”
Mónica Guerrero
“Cuando estaba embarazada mi hijo no se dio la vuelta. Venía en podálica y nació por cesárea. Era madre primeriza, me habían programado una cesárea y cruzaba los dedos para poderle dar el pecho.
Según nació, no pude hacer el piel con piel con él. Su padre lo hizo por mí y le chupó todos los pelos del pecho. A los 25 minutos de nacer, ya lo tenía encima de mí y se enganchó al pecho. Mamaba bien, pero hasta 3 días después, no me subió la leche.
Luca se enganchaba bien, yo me sentía bien y sabía que el calostro por el momento era suficiente. Las enfermeras me dieron seguridad y me había informado lo suficiente para tener yo también esa seguridad.
Pero no contaba con una suegra que la minó. “Lo veo delgado”, “este niño pasa hambre”, “ha perdido los mofles” o “ha perdido el color”. Todas frases que día tras día minaron mi confianza.
El día que nos dieron el alta me subió la leche. Según llegamos a casa, encontramos un bote de fórmula comprado por mi suegra.
Mi confianza ya se había venido muy abajo, así que, después de darle teta, le probamos a dar un biberón. ÉL LO RECHAZÓ.
Toda mi confianza perdida volvió. Empecé a ir a grupos de lactancia, estuve con una asesora de lactancia y el bote terminó en la basura porque caducó sin haber sido usado.
Dejé de dar teta cuando un buen día mi hijo me dijo “Mamá, ya no quiero teta. Nunca más”. Y así fue como se destetó.
Entre esa primera toma en el hospital y la última, en el sofá de mi casa, pasaron 2 años y 7 meses. Hubo momentos de cansancio, de no dormir, de agitación, de agotamiento, de “no puedo más”. Pero los recuerdos que tengo son de amor, cariño, contacto, miradas tiernas, mimos, apego, felicidad…
Lo repetiría una y otra vez. Conozco todos los beneficios de la lactancia, tanto para el bebé como para la madre, pero además de eso, lo que a mí me ha dado son recuerdos.
El recuerdo de esa mirada que tienen cuando están tomando teta, una mirada especial, llena de amor, de dulzura y de complicidad. El de tenerle en mis brazos de una forma única, de esa sensación…”
Claudia Sarra
“Bajo mi punto de vista, la lactancia materna es una experiencia única y muy diferente para cada mujer. Desde luego, no es un proceso de libro.
Para algunas madres es algo natural, facilísimo y muy enriquecedor, pero para otras supone una auténtica tortura.
Yo tengo dos hijos y mi experiencia con la lactancia ha sido muy diferente en cada uno de los casos.
Con el primero, me incluía en el grupo de mujeres que se comprometen tanto con la lactancia que no entienden que otras madres no le den el pecho a sus hijos (por la razón que fuera).
Aunque los primeros días fueron un poco complicados, con el tiempo conseguí sentirme muy cómoda, y feliz. Era consciente de lo importante que era, el bien que le estaba haciendo a mi hijo y lo mucho que disfrutábamos ambos de ese momento tan especial.
Con el segundo hijo sin embargo, me pareció una tarea titánica. No me cogió el pecho en ningún momento, al principio lo intentaba con muchísima paciencia y calma, pero a medida que no lo conseguía, me iba estresando. Me di cuenta que mi estado de ansiedad se lo estaba trasladando al bebé, cada vez que intentaba darle el pecho, era una tortura para él y para mí.
Decidí dejarlo y sacarme la leche para dársela en biberón hasta que me pasara a la leche de fórmula. Creí más conveniente disfrutar de mi hijo y que él disfrutara de mi, que empeñarme en que cogiera el pecho. Los dos necesitábamos tranquilidad psicológica, quedarnos con lo bueno y no con lo malo.
Desde mi punto de vista, lo importante es que cada madre haga caso a una misma y no a consejos o a tendencias, lo importante es que se sientan cómodos los dos y que disfruten de la maternidad, ¡¡algo maravilloso!!”
María Sanz
“-¿Vas a darle pecho?
-Si.
Tras vivir el momento más emocionante, bonito e intenso de mi vida, me hicieron esa pregunta.
Durante el embarazo había asistido a un centro de preparación al parto en el cual nos hablaban mucho de la lactancia materna. Pero no es lo mismo oír hablar de algo, que haber vivido lo que te están contando.
En mi cabeza ya rondaba la idea de dar pecho pero –“lo justito hasta los 6 meses y si puedo dar”- que, por lo que tenía entendido a partir de la experiencia de muchas otras mamás, era una tómbola y una suerte esto de amamantar. También estaba muy condicionada por la experiencia de mi propia madre con nosotras, que no había sido muy positiva en lo que a la lactancia respecta. Así que las papeletas de que mi lactancia resultase positiva eran escasas.
Tras el torrente de sensaciones que un parto trae consigo, las dos horitas de piel con piel fueron magia y felicidad. El pequeño se agarró muy bien, pero tras noches sin dormir contemplando al nuevo bebé y días de hospital, me sentí dolorida e impotente. Cuando el pequeño se agarraba no aguantaba el dolor que me producía mamar, pero algo en mi me empujaba a seguir haciéndolo.
Sinceramente después de dar a luz, sentí que nada de lo que me habían contado de la lactancia era verdad, que no solo no me habían preparado bien para ello sino que además me habían engañado y, sobretodo, que yo no iba a poder.
Para recuperar la flora mamaria que el antibiótico suministrado durante el parto había alterado, me aconsejaron tomar probióticos. Así conseguí deshacerme de las punzadas que me bajaban hasta las yemas de los dedos cada vez que el pequeño succionaba. Sin embargo, las ampollas de los pezones y el dolor de las subidas seguía estando presente.
Por lo que sea no desistí.
Creo que es su mirada al mamar la que hizo que yo no quisiera perderme “lo que fuera que pudiera llegar a sentir” con la lactancia (que en aquel momento no era más que desesperación). Toma a toma, sin darme cuenta, fui entrando en la magia de todo esto.
Y es que, cuando consigues acallar todas las voces externas, tu “yo” más instintivo viene a ti. Un “yo” que aunque seas “tú”, está tan socializado y condicionado que te cuesta llegar a aceptar y “re-conocer”.
Eso es lo que me enamoró de la lactancia materna a demanda: sentirme conectada con mi naturaleza y sobre todo, la de mi bebé.
El pequeño ahora no tiene más que tres meses y estamos aprendiendo cada día el uno del otro: crisis de crecimiento, saltos mentales, nuevas formas de ver el mundo y de relacionarse con él… Es un camino increíble y que yo, no concibo sin darle pecho. La lactancia es el motor de nuestra relación, nos da momentos íntimos y preciosos que dejan una huella en mi memoria y otra en lo más profundo de su ser.
Cuanto más tiempo pasa más quiero lo que hacemos. Mi forma de pensar ha cambiado radicalmente. No le quitaría el pecho a los 6 meses ni loca. Me horroriza pensar lo “mal educados” que estamos socialmente para que nos moleste ver a una madre que amamanta a su bebe. Yo misma pensaba que jamás daría pecho a un bebe que pudiese andar o hablarme, y ahora estoy deseando oír a mi pequeño pidiéndome tomar.
Podría pasar horas hablando sobre lo maravilloso que es sentir este vínculo tan fuerte pero, como he dicho antes, no es lo mismo leer sobre algo que experimentarlo. Así que aquí lo dejo y os animo a que creáis en vosotras mismas, escuchéis vuestros instintos y sigáis adelante aun en los momentos más complicados.
Ellos hacen que todo valga la pena.”
Aroa
Aquí te dejamos el post de la semana pasada, donde otras seis mujeres nos contaron su experiencia.