La lactancia y tú (Parte I)
La semana pasada pedimos en nuestras redes sociales que nos contaras tu experiencia con la lactancia materna, nos han llegado un montón de testimonios contándonos experiencias increíbles con la teta.
Primero, queremos darte las gracias por hablar con nosotros sobre el tema, por explicarnos cómo fue tu experiencia y cuáles fueron tus miedos e inseguridades o, por el contrario, tus seguridades y fortalezas.
En segundo lugar queremos decirte que en Froggies abogamos por una libertad de elección, siempre estando bien informada, y conforme a lo que nos haga estar seguras.
Por último, no podremos compartir hoy todos los testimonios que nos han llegado, por eso vamos a hacer una segunda parte de este post. Así que si no aparece tu testimonio hoy, no te preocupes, aparecerá en Lactancia y tú (Parte II).
La foto que hoy hemos puesto es de Gelatina de plata, podéis visitar su instagram para ver todas las demás.
¡Empezamos!
“Para mí la lactancia ha sido CONEXIÓN conmigo misma, con mi bebé y con la Madre Tierra. Conmigo misma por enseñarme que soy mujer mamífera y mi cuerpo responde instintivamente a las necesidades exclusivas de mi bebé, con mi bebé por ser árbol nutritivo de alimento, amor y cobijo y con el mundo por sentirme parte de un todo Universal, fuente de creación, amor y pertenencia.”
Sheila Carrasco
“El final de mi tercer embarazo terminó en cesárea (bastante traumática, por cierto) debido a una preeclampsia.
Fueron treinta largas horas separada de mi bebé, sin poder verle, ¡sin conocerle! Pero en cuanto nos encontramos los dos nos recuperamos de golpe. Su analítica mejoró de repente y mi tensión se reguló. Fue increíble.
Yo pensaba que las cesáreas dificultaban mucho la lactancia, y sin embargo se agarró perfectamente al pecho nada más cogerle en brazos.
A los pocos días, en la revisión del centro de salud, mi doctora de cabecera me explicó que no podía seguir dando el pecho. Aún tenía la tensión alta y la medicación que debía tomar no era compatible con la lactancia (según la pediatra por ser el bebé prematuro). Que no me preocupara, que ya había tenido dos lactancias exitosas, que además ella no pudo dar el pecho y que su hija se había criado fenomenal. ¡Ah! Y que los bebés de biberón engordaban enseguida. No daba crédito.
Salí de allí destrozada. Después de la cesárea no podía creer que también tenía que dejar la lactancia. Si era imprescindible no tenía ninguna duda por el bien del bebé, por supuesto, pero necesitaba estar segura al cien por cien. Quizás desconfié por todo lo que ya sabía.
Llamé a mi amiga Bea Millán, que es doula, a mi amiga Cris Saraldi, que es asesora de lactancia, a mi antigua doula Paca, que asistió mi segundo parto en casa, y a Teresa Escudero que es médica y todas me decían lo mismo, que el medicamento era totalmente compatible y que, incluso, no tenía la tensión tan alta como para medicarme.
Finalmente decidí hacer una dieta diurética y seguir dando el pecho, ni siquiera tomé la medicación, y efectivamente mi tensión se reguló del todo pasados unos días y casi diez meses después seguimos disfrutando de la lactancia.
Le estoy muy agradecida a esa estupenda red de mujeres, y convencida de que nunca está demás buscar una segunda opinión.”
Celia de Ahora soy mamá
“Ahora mismo no puedo imaginarme la maternidad sin la lactancia, que estoy viviendo como un regalo de la naturaleza. No solo me conecta con mi bebé de mil maneras diferentes, también lo hace con mi parte mamífera y animal. Es como volver a la esencia de lo natural, de la vida.”
Rocío Bosch de #FroggiesCentral
“¡Hola! Gracias por darnos la oportunidad de participar. Tengo tres hijos, nacidos en 2014, 2016 y 2018, y mis lactancias han sido entre regulares y malas.
La primera, como la niña pesó 3,700 y aunque iba bajando de percentil nos dejaron hacer. Entonces estaba contenta, pero viéndolo en perspectiva de lo que sé ahora, me enfada que no me intentaran ayudar. Al final, con seis meses el pediatra me dijo que tenía reflujo y que suplementada las tomas con leche de fórmula. La niña fue perdiendo interés por el pecho pero aún así mantuve la lactancia hasta los 14 meses.
El segundo fue peor: perdió mucho peso en el hospital, estuve en la consulta de lactancia las primeras semanas y cuando me dieron el alta el pediatra no me siguió adecuadamente . Así que a los dos meses, en vista de que había engordado poquísimo, suplemento y de regalo me lo derivaron al neurólogo por “hipotonía en miembros inferiores por malnutrición”. Mucha gente cuando le digo esto me pregunta si no me sentí mala madre: yo les digo que sentí que tenía un mal pediatra, pues si yo hago lo que me dice, si él no me cita entre las tres semanas y los dos meses, si el niño no me hacía daño y el desarrollo parecía adecuado, ¿por qué iba yo a preocuparme o a hacer algo más de lo que ya hacía?
Acudí a varias asesoras y me ayudaron mucho, pero nunca pudimos quitarnos los bibes porque para cuando empezó la AC estaba escolarizado y se me hizo todo muy cuesta arriba. A los casi 12 meses empezó a rechazar el pecho y no insistí más, aunque me dio mucha pena.
La pequeña tiene seis meses ahora (duerme en mis brazos mientras escribo) un patrón parecido… Debo decir que entremedias me he mudado a Japón por unos años. La niña nació por cesárea programada porque estaba de nalgas, semana 38, nos separaron al nacer y ya en la primera toma me hizo daño. Nadie quería ver que había un problema. Perdió un 15% del peso. Lo único bueno es que cuando les dije que lo quería suplementar me respetaron bastante. A las 24 horas ya estaba con una asesora española que me dio pautas para empezar, lo típico, sacar leche cada dos horas durante el día, amamantar también cada dos horas para que se pusiera en marcha el pecho. Solo que no se ponía en marcha y a los dos meses seguíamos igual.
En fin, poco a poco fuimos quitando suplementación y extracciones y como se iba manteniendo en el percentil para los cuatro meses ya habíamos quitado todo. Ahora estamos empezando la AC y si todo va bien nos ahorramos la leche de fórmula.
Yo siempre pensaba que tendría lactancias lo más largas posibles y me queda la cosa de no haber podido con los mayores. Ojalá esta pequeña siga enganchada a la teta aún mucho tiempo. ¿Sentimientos? Mucha frustración. No que no me dijeran que las lactancias podían ser difíciles pero que incluso con muchísima ayuda y voluntad las cosas se tuerzan tanto… Y poco más. Creo que no se habla suficiente de estas lactancias que necesitan mucha voluntad durante mucho tiempo. Parece que los problemas vengan solo al principio, que con ayuda se solucionen, pero no siempre es así y creo que no se dice mucho. Yo al menos no he visto mucho de esto por ahí. En fin, espero que os sirva mi historia. Gracias por vuestro trabajo.”
Ana
“La lactancia para mí es una medicina universal gratuita y muy sanadora. Tanta medicina fue para mí, y sigue siendo, que decidí formarme como Asesora de Lactancia porque creo que puede ser igual de medicina como enfermedad.
Creo que para evitar los problemas que puede tener la gente con la lactancia, tener una asesora al lado facilita nuestra vida como madre y la de nuestro bebé. Por eso me formé: para ayudar a aquellas mujeres que llegaran a mi vida para acompañarles en este camino.
Me enorgullece saber que muchas han conseguido lactancias exitosas, y me enorgullece también saber que muchas otras no. Y que sus actos les hacen estar mucho más seguras y confiadas en las decisiones que toman. Creo que la lactancia es más fácil si tienes una buena profesional a tu lado. Y que es mucho mejor dar un biberón “bien dado”, que una teta “mal dada”.
Cristina Saraldi, fundadora de Froggies (puedes encontrar más información en su instagram)
“La vida es un constante soltar. Todo indica que debemos soltar lo que nos pesa, lo que nos ata… Pero a veces nos aferramos a soltar eso que nos ata y en vez de liberarnos, esa resistencia nos amarra aún más… Tengo una Luna intentando destetar a Janaína, porque mi cuerpo manifiesta cansancio, o al menos de eso me he convencido. “Necesito destetar” es la orden de mi mente, que si bien nace de mí, ha encontrado muy buen apoyo en las opiniones externas, ganando firmeza.
El destete de Ikal fue sencillo, después de dos años y tres meses lo conversé con él y fue armonioso para los dos. Ese precedente me hizo creer que con Janaína lo podría conversar, pero no podía estar más lejos de la realidad. Mi primer intento de destete nos hizo retroceder a la etapa de lactancia a libre demanda, y de la teta/chupón con bono de berrinche, en respuesta a cualquier indicio de querer separarla.
Trasnocho y frustración de lado y lado, fiebres emocionales en Janaína… Son señales claras de que no es el momento, por más de que yo “necesite” soltar. Pero más allá de esa necesidad, mi creencia es en el destete respetuoso y antes de seguir con ese desastre, escogí reconocer que ella no está lista y solté mi deseo de destetar. Vuelvo a mirar la lactancia como una retroalimentación de amor y sostengo la firmeza en que el fin de la lactancia no debe ser una imposición.
Vamos por los 27 meses de lactancia materna, aprendiendo con humildad de mi sireNaela.”
Patricia Vallejo
Muchísimas gracias a todas las que nos habéis contando vuestras experiencias.
Desde Froggies esperamos que te guste este post. Si crees que puede ser útil, nos encantará verlo en tus redes.