Salubilidad: Navidad en familia
Se acerca la Navidad, y con ella crece la ilusión de los más pequeños: ¡Vacaciones y regalos! Tiempo para jugar, hacer actividades con la familia, viajar…
Como tradición cultural, la Navidad es un periodo de celebración, de paz, amor y alegría. Y en las sociedades occidentales modernas, también es sinónimo de consumismo.
¿Necesitan los niños muchos regalos para Navidad?
La respuesta es no. La cantidad de regalos, o el tipo de regalo no influye en la felicidad de los pequeños. En cambio sí lo hacen las expectativas y los valores familiares. Si nuestros hijos están acostumbrados a un estilo de vida en el que los afectos se miden en base a lo material, si sus valores van en consonancia con el materialismo, es probable que se sientan muy irritados si los reyes no les traen lo que ellos esperaban.
Lo que todo niño espera y realmente desea, es pasar tiempo con sus padres. Cuando esto no sucede, los juguetes son una herramienta útil para rellenar ese vacío. Pero la satisfacción será pasajera, y el vacío se hará más exigente.
Mi situación económica ha cambiado, no puedo celebrar la Navidad como antes
Hay padres y abuelos preocupados porque debido a una mala situación económica, no pueden celebrar la Navidad como en años anteriores. Hemos identificado el amor con una joya, marisco o un juguete, cuando lo realmente importante es gratuito: la presencia afectuosa, una caricia, un abrazo. El amor se entrega directamente, sin intermediaros. Nos cuesta percibir la Navidad de esta manera porque estamos acostumbrados a vivirla en desunión: los niños juegan con los regalos y los adultos tienen sus conversaciones de adultos.
El tiempo que pasamos en familia en Navidad no puede ser muy diferente al que pasamos el resto del año. Si compartimos conversaciones, juegos, caricias… cuando lleguen las fiestas, con o sin juguetes, el tiempo compartido será muy similar.
Conflictos familiares. Que el niño no se entere…
En ocasiones la Navidad no resulta agradable para los adultos. Los conflictos familiares son un motivo frecuente de malestar en Navidad.
¿Debemos ocultar a nuestros hijos nuestro estado de ánimo para que no les afecte a ellos? No.
Los niños perciben cuando estamos alegres y cuando no. Descifran nuestras miradas y gestos. Por mucho empeño que pongas en disimular, ellos siempre perciben tu estado de ánimo. Es un error común considerar que no es así. Lo que necesitan en ese momento es coherencia. Una coherencia entre lo que ven en nosotros y lo que nosotros describimos con nuestras palabras. Negar su percepción sobre lo que nos sucede genera mucha confusión. Podemos reconocer a nuestros hijos que estamos tristes, enfadados o agobiados, pero que podemos cuidar de nosotros mismos. Normalizar todas las emociones, identificarlas y nombrarlas, ofrecerles coherencia y ser un ejemplo en su educación emocional. Después hay que ser valiente para ocuparnos del conflicto que nos señalan nuestras emociones: hay algo que resolver, existe una situación impuesta por la Navidad en la que no quiero permanecer. Hay algún cambio por hacer para buscar el bienestar real propio y en consecuencia de los hijos. Los niños necesitan que estemos genuinamente bien, no forzadamente adaptados.
¿Qué juguete le compro?
El juego es algo innato e imprescindible para el crecimiento y desarrollo de habilidades. Jugar es una actividad importante todos los días del año. No debemos ofrecer material de juego exclusivamente en una etapa del año y de forma abundante. Lo recomendable sería comprar juguetes simples, de construcciones, creatividad y experimentación (pintar, colocar, mezclar, mover…) adecuados a la edad, y repartirlos a lo largo del año. Una cantidad importante de regalos en un periodo corto de tiempo puede hacer que el niño pierda interés en varios de ellos o que se estrese ante tanta estimulación y no pueda disfrutar y aprender con el juguete.
En el mercado actual, hay una gran variedad de juguetes disponibles. Ya hemos comentado que no es necesario gastarse una cantidad importante de dinero en juguetes para que los niños disfruten y aprendan.
Además de juguetes, podemos ofrecerles diversión en forma de experiencias: viajar, conocer lugares nuevos, actividades en familia o con otros niños, jugar en la naturaleza, experimentar con la nieve… Poder jugar en un entorno natural también es un gran regalo.
El mejor regalo es un espacio compartido en el que crear, conversar, jugar, experimentar todos juntos. La presencia es el mejor regalo. Apaga el móvil, desconecta de las obligaciones, y dedica tiempo de calidad con la familia estas navidades (y siempre).
¡Feliz Navidad!
Patricia Valiente
Psicóloga A-01842
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