Salud: Necesitamos las vacaciones?
Nos adentramos en el mes de Julio y desde hace semanas las calles lucen distintas, con más color. Hay pequeñas ranitas por todas partes: jugando en el parque, paseando con los abuelos, haciendo la compra con sus mamás y papás. Se escuchan risas y gritos, más ruido (de ese que gusta, que nos recuerda que hay vida). Desde hace varias semanas las ciudades han vuelto a llenarse de niños. Personalmente, tengo que admitir que me encanta. Me gusta ir caminando y ver a los pequeños curiosear. Me gusta cuando te miran, les devuelves una sonrisa, les sacas la lengua y juegas con las miradas… ¡Probadlo! Con suerte recibes de vuelta una preciosa sonrisa sonora. ESA SONRISA. Muchos ya sabéis a qué me refiero.
También observo escenas que no me provocan bienestar, más bien lo contrario, pero hablar de ello no es el objetivo de este post. Hay personas a las que les molesta la llegada de los niños. Esos gritos y llantos ensordecedores en el autobús, los golpes de la pelota en la fachada de la casa, etc. Yo también tengo oídos y me pitan. También hay momentos en los que necesito silencio y busco la forma de hallarlo sin culpar al mundo. Señores, los niños son ruidosos y el agua moja. Seamos benévolos con los padres y madres de los niños ruidosos. Puede que no lo estén haciendo mal, puede que en ese momento que a ti te molesta su hijo/a, lo que menos necesitan es una crítica o un mal gesto. Puede que no debamos de juzgar tan a la ligera. Puede que esta sociedad necesite menos egocentrismo y más humildad. Aprender a convivir lo llaman…
Muchas madres cuentan que uno de sus miedos, en el periodo vacacional, son las reacciones de sus familiares y amigos ante las rabietas o comportamientos “disruptivos” de sus hijos. Temen el juicio de los demás. Temen que el comportamiento de su hijo les defina como malas madres. Temen no poder controlar. Temen mucho y disfrutan poco. ¿Qué suelen responder estos progenitores ante la pregunta inicial del post? Curiosamente, en mi experiencia, la respuesta más escuchada es un gran resoplido o “necesito unas vacaciones para mi sola/o”. No me cabe la menor duda. Tampoco vamos a juzgar aquí.
También hay otro sector de la sociedad que desea y necesita las vacaciones. En verano tienen más tiempo para disfrutar de sus hijos, realizar actividades en común, de viajar juntos. Una de las épocas que más gusta a los niños es el verano. ¿Por qué? No hay deberes, ni que madrugar. Pasan más tiempo con papá y mamá, abuelos, primos y otros seres queridos. Juegan, juegan y juegan sin parar y con libertad (los más afortunados). Viven experiencias que les enriquecen. VIVEN EXPERIENCIAS, la clave para entender el deseo tan ansiado de los pequeños por las vacaciones (y el de muchos adultos). Durante el curso, la rutina estereotipada no hace que vivan las experiencias, sólo las transitan, cuál zombi, sin que ninguna motivación interna aparezca en su realización. Por eso necesitan las vacaciones. Quizás necesitarían pequeñas dosis de “vacaciones” a lo largo del año. Quizás todos lo necesitaríamos. Un poquito de disfrute, libertad y compartir afectivo entre tanta “obligación”. Dedicarnos un poco más a lo que nos hace SENTIR y menos a lo que se supone DEBEMOS hacer. Cada uno según sus circunstancias. Cada persona según sus pasiones y sus necesidades. Porque es mejor desear las vacaciones que necesitarlas. Desear implica disfrutar de ello cuando llegue, ilusión y motivación. Necesitar implica sentir malestar si no lo obtengo. Parte de un estado carencial y se dirige a la supervivencia, no al disfrute. No es lo mismo tomar un refresco porque me gusta que necesitar agua porque estoy deshidratado. Hidratémonos todos los días para no llegar a las vacaciones con la lengua fuera. Disfrutemos las vacaciones con placer y no como huida o resignación.
Puedes aprovechar estas vacaciones para conocerte un poquito más. Para parar a sentir, reflexionar sobre tu día a día, tu satisfacción en su desarrollo. Descubrir lo que te apasiona y el tiempo real que le dedicas. Puedes observar a tus hijos y descubrir en ellos su increíble singularidad. Eso que les hace únicos y especiales. Para ayudarte en esta labor, puedes redactar un diario de vacaciones en el que expreses las emociones y experiencias que vas viviendo, lo bueno y lo malo (además es un ejercicio magnífico para los pequeños). También puedes redactar dos listas; una de ellas debe contener lo que te hace sentir bien (personas, momentos, pequeñas cosas, grandes experiencias) y en la otra lista debes indicar el tiempo real que sueles dedicar (diferenciando vacaciones de rutina) a cada una de las experiencias escritas en la primera lista. La comparación entre ambas puede hacerte reflexionar. Si finalmente te ayuda a realizar cambios en tu beneficio y en el de toda la familia, el equipo de Froggies se sentirá muy satisfecho.
¡Feliz Verano!