Por qué no obligo a mis hijos a dar (ni recibir) besos

obligar a los ninos a besar

Desde que aprendí que los besos se piden (no se imponen), siento que mi relación con la infancia es aún más sana.

 

Cuando pregunto a un niño si le puedo dar un beso, su cara se ilumina. Su mirada conecta con la mía y el brillo de sus ojos me conecta con su ser interior. Me transmite tranquilidad y que se siente tenido en cuenta. Además, a menudo, me dicen que sí a lo de darles, o que me den, un beso.

 

¿Por qué? Supongo que porque les inspira confianza mi pregunta. Porque les hace ser parte activa y sobre todo, porque les da pie a tomar ellos mismos la decisión de si quieren dar o recibir ese beso.

 

A veces me he encontrado con personas que hablan de educación, de valores y de su percepción acerca de los besos. Muchos me dicen que a la familia hay que besarle. Como algo instaurado, tradicional y sin cuestionar los pros y los contras. Ante esto, no puedo estar más en desacuerdo.

 

Por qué estoy en contra de obligar a los niños a besar

 

Os diré por qué:

 

Educación. ¿Cómo vemos la educación? A menudo como sociedad, seguimos confiando en el concepto de “educación” que nos transmitían nuestros padres o abuelos. Un concepto en el que habitualmente al adulto hay que tenerle miedo (porque aunque se disfrace de respeto; en muchas ocasiones lo que la educación tradicional transmite es el miedo a la autoridad).

 

Yo prefiero ser ejemplo y mostrar que a la gente hay que respetarle, a todos por igual. Sean niños, adultos o cualquier ser vivo.

 

Hace poco veía cómo una madre gritaba a su hijo cuando éste escalaba en el mobiliario urbano. Le gritaba y le trataba de malas maneras diciéndole: “Hay que respetar el mobiliario urbano”. Y sí, estoy de acuerdo, hay que respetar el mobiliario urbano, pero ¿qué es respetar el mobiliario urbano? Creo que quien diseñó esas escaleras confiaba en que los niños las subirían y bajarían por la barandilla. Porque en la ciudad, los niños son parte activa. Y las ciudades amigas de los niños son mucho más agradables para todos. Lo que claramente no es respeto es gritar pidiendo respeto.

 

Obligar a los niños a besar a la familia. Hay cantidad de grupos que dentro del seno familiar tienen verdaderas personas feas por dentro, malvadas y terribles. Y si no lo son, quizás al niño, en ese momento, encuentra algo que no le gusta: su mirada, su energía, su olor, su ropa, simplemente que no quieren… Esto los niños lo perciben. Cuando les obligamos a dar o recibir besos, ¿qué les estamos enseñando? Que otros deciden por nosotros cuándo debemos entregar nuestro cuerpo. Hoy es un beso, ¿mañana qué será? No nos damos cuenta muchas veces pero el inconsciente recibe este mensaje y no sabe separar “mi madre me dijo que sí” de “mi novio que me obliga a tener sexo me dice que sí.”. ¿Este no sería el mismo mensaje que recibe el inconsciente?

 

¿Primamos la educación al respeto por nuestros niños?

 

Valores. ¿Cuál es el valor que estamos enseñando a nuestros hijos cuando les obligamos a dar o recibir besos, sea quien sea el que lo pide o exige? Les estamos enseñando que es más importante dar un beso al abuelo, al tío o al primo, que su elección sobre si quieren o no quieren dar besos.

 

A veces obligamos a los niños a dar besos a abuelos que fuman, que huelen mal, que les hablan gritando o que simplemente les acaban de molestar. Y sí, quizás nuestros hijos les quieren mucho, pero de ahí a acercarse a darles un beso cuando el adulto quiere, hay un gran paso.

 

¿Por qué no nos paramos a escuchar y dejar a los niños elegir? ¿Qué nos hace a nosotros como adultos no respetar esa elección?

 

Este tema, no obstante, va mucho más allá. Va de respeto en el día a día. Va de ser ejemplo. Va de escuchar y compartir. Y va, sobre todo, de dejar elegir a los niños y de no obligar a los niños a besar. Que luego queremos que sean autónomos en su vida adulta, pero las primeras decisiones importantes sobre sus cuerpos las tomamos nosotros, los adultos.

 

Yo sólo puedo decirte que me parece una decisión vital. No obligar a los niños a besar: ni a recibir besos. Me parece que demuestra cuánto de tenido en cuenta está el niño. Y sobre todo pienso que es un mensaje muy profundo que puede determinar mucho en su vida adulta. Porque #NoEsNo, y un beso en la mejilla puede ser la mayor de las invasiones en su cuerpo. O puede que ese beso sea el mayor de los regalos que recibe. Pero que lo elijan ellos mismos es mucho más respetuoso que si lo deciden otros por ellos.

 

Mi experiencia como madre me dice que es maravilloso darles a los niños la capacidad de decidir. Además de que cuando se les permite escoger si dar o no dar besos, y deciden mayoritariamente que no, cuando lo dan de corazón, el otro lo recibe como un regalo mucho más bonito. Porque todo lo que es auténtico y sale del corazón, va cargado de amor del de verdad.

 

Y como buscamos que el mundo se rija por el amor, besémosnos más, pero sólo si queremos.