Nathalie Rodriguez: “Como jugamos, seremos.”
Hablar de juego supone hablar de una de las actividades más importantes en el desarrollo del niño/a. Dedicar tiempo al juego cuando somos niños/as, es dedicarnos tiempo a nosotros mismos. Es construir de forma natural, intuitiva y amena nuestra visión del mundo y la autopercepción. Es encontrar el camino y las herramientas para poder hacer de nosotros adultos más eficaces cognitiva, social y afectivamente.
La dimensión constitutiva del juego queda permanentemente en entredicho en el discurso adulto.
Con el taller que ponemos en práctica conjuntamente Kamchatka Magic Toys y Froggies, precisamente nos proponemos, no sin algo de reto personal, desmontar o por lo menos reflexionar sobre el discurso social y la mirada del otro que acompaña, que tiende a reducir el juego a un acto sólo de ocio, baladí y menor. Como niño/a, el acto de jugar concentra un esfuerzo, cuanto menos privilegiado, de entender el mundo y de desarrollar y descubrir las destrezas que requeriremos como humanos adultos/as para sobrevivir e incluso ser felices en él.
Con más frecuencia de la que me gustaría escucho a padres, madres, cuidadores e incluso docentes, aludir al juego como una actividad complementaria y casi accesoria. Una actividad reservada casi en exclusiva a la primera infancia (de 0 a 3 años). Pareciera que el tiempo de jugar debe reducirse drásticamente al escolarizarse para dedicar la mayor parte del tiempo a las demandas académicas. Y es que, sin darnos cuenta, nos referimos constantemente al juego en forma peyorativa. Pongámonos en situación, imaginemos la escena: Una madre o un padre con ceño fruncido reclamando la atención inmediata del niño/a ante lo que parece ser un desaguisado o trastorno doméstico, el niño/a intentando quitar hierro al asunto y acto seguido la frase “Que no estoy jugando, ¡esto es importante, Juan!”.
Lo que queda como mensaje inmediato en la fantasía del niño es que el juego NO es importante, que el juego no pertenece a la esfera adulta y que la disciplina y la atención nada tienen que ver con jugar.
Me es difícil imaginar dentro del mundo infantil una actividad más disciplinada que el juego. Sea éste solitario o en compañía. Porque donde el adulto ve caos hay un orden exquisito. La planificación y puesta en escena -casi les diría sesuda- de un planteamiento, de una fantasía y en suma, de un relato.
Entender el mundo es un proceso titánico (lo sigue siendo incluso en la vida adulta). Y sólo podremos acceder a él cuando somos niños, a través del juego. Primero explorándolo sensorialmente (mano, ojo, boca, oído, nariz abocados a intentar reconocer los vínculos, nuestro espacio vital y descubrir su contenido), pero más adelante, durante el juego simbólico, reproduciendo patrones, roles y conflictos y empleando la fantasía y la imaginación para resolver nuestras inquietudes, conjeturas y fabulaciones. Buscamos respuestas a través del juego y nos hacemos preguntas también desde ese lugar.
No podemos pensar en el juego sino como el instrumento privilegiado de todo mamífero para socializar, para encontrar su lugar en el mundo, para enfrentarnos a los conflictos, a los miedos y a los retos emocionales y cognitivos que supone vivir en comunidad.
Los juguetes son un recurso ineludible, magnífico y privilegiado para llegar a todo eso, para construir nuestro adentro y nuestro afuera. Para identificarnos, para sentirnos seguros, para desarrollar nuestras potencialidades y talentos, para descubrir y construir(nos).
Cuando abrimos Kamchatka hace 15 años lo teníamos claro y seguimos teniéndolo, es importante saber escoger. Menos es más y la premisa de que aquello con lo juguemos determinará en buena medida lo que seremos de mayores, nos ha dado más de una vez demostraciones de veracidad.
Crear el mundo que deseamos, ese más libre, más igualitario, más solidario y sensible a la belleza. Participar en la construcción de un mundo futuro más saludable para los habitantes del planeta y para el planeta mismo, pasa indefectiblemente por nuestras elecciones. Y los materiales y el juego tiene mucho que aportar en ese reto.
Jugar es una cosa muy seria y por ello nos hemos dedicado insistentemente en buscar juguetes para crear, crecer, soñar y jugar… esos que desde siempre hemos llamado ¡juguetes de verdad!.
Nos vemos pronto para hablar y comentar en más profundidad todo esto. Espero “verte” por aquí en breve.