Abrigar a los niños: mitos y verdades
Cada vez hace más frío y vestir a un hijo es un dilema. ¿Nos pasamos o nos quedamos cortos? ¿cuánto hay que abrigar a un niño en invierno? En este post, intentamos desgranar los mitos y las verdades que hay alrededor de este asunto. Si crees que caes en alguna de las prácticas que vamos conectar, no te preocupes, no estás haciendo nada perjudicial para la salud de tu hijo. Simplemente, nos gustaría liberarte de preocupaciones innecesarias.
En invierno, es muy normal que el intenso frío que hace en muchas ciudades nos preocupe, y temamos que pueda hacer mella en la salud de nuestros hijos, sobretodo si son muy pequeños. Ante este sentimiento de culpa anticipada, a veces perdemos un poco la noción de la realidad, y parapetamos al niño con capas y capas de ropa, en muchos casos de forma totalmente exagerada.
Entonces, ¿cómo hay que abrigar a un niño? La respuesta es muy sencilla: de la misma forma que se abriga un adulto. ¿Sales a la calle en invierno vestido como si fuera a practicar esquí? Entonces, ¿por qué hacerle pasar ese trago a tu hijo?
En palabras del doctor Iván Carabaño, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Rey Juan Carlos-Hospital General de Villalba (Madrid):“el termostato de los pequeños es igual que el nuestro: sienten el calor o el frío con la misma intensidad que nosotros”.
Sin embargo, que no cunda el pánico. Abrigar excesivamente a un niño no es malo. Como mucho puede ser desagradable para él o ella, pero no vas a perjudicar su salud en manera alguna.
Como consejo, te confirmamos que sí: el truco de las capas funciona. Entre poner al crío un grueso y pesado forro polar con una camiseta debajo o convertirlo en una especie de cebolla superponiendo prendas, escoge lo segundo. El sistema de capas, además, permitirá al niño ir adaptando su grado de abrigo en función de la temperatura del lugar en que se encuentre.
Y si te somos sinceras, para evitar la lucha de vestir al niño antes de salir de casa, permítele ponerse el abrigo cuando esté en la calle. Es entonces cuando sienten el frío.
No entienden de frío hasta que lo sienten. Además a menudo su movimiento les hace no tener tanto frío como nosotras.
Vemos a menudo familias sufriendo y discutiendo de manera innecesaria. Confiar en que son capaces de reconocer si sienten frío o no, también ayuda.
Y ahí cada familia es un mundo y podrá elegir cómo abordar la confianza en la infancia.
Por último, para dormir, no hay que pasarse. No todos los hogares están igual de caldeados. En caso de no tener puesta la calefacción, habrá que suplirla abrigando al niño convenientemente antes de meterlo en la cama. Si por el contrario disponemos de una buena termorregulación, podremos poner al niño un pijama normal y corriente.
Un temazo el del frío y la infancia. Cada familia lo vive a su manera, cada zona geográfica y cada hogar. Sin embargo, lo que sí sabemos es que los niños tienen mucho que decir y a las madres y padres nos entran a menudo unos miedos que nos llevan a hacer justo lo contrario. Queriendo protegerles del frío solo logramos “enfriarles”.
Cuéntanos cuales son tus trucos para abrigar o desabrigar a tu pequeño o pequeña, ¿cómo lo haces tú?
Tag:abrigar, invierno, mitos y verdades, Niños